“No obstante, me parece pertinente señalar que la adecuación entre la velocidad de los cambios y los procesos comprensivos específicos que permiten nombrarlos, es en si mismo un proceso sometido a las mismas condiciones de la complejidad que pretende describir. De esta manera, nuevas tareas (y nuevos ocios) van velozmente dejando los temas a la voracidad crítica de los “ratones” y la imposibilidad estructural, de contar con el tiempo que la escritura (o al menos, alguna de ellas) requiere, nos obliga a recordar que hicimos bien al identificar como simulacro nuestro ejercicio. El hipertexto es la célula de éste nuevo organismo ubicuo.”
Es pertinente. La propia reflexión acerca de la velocidad, impone una dinámica al movimiento. Y cada momento en que la visión se detiene, implica la percepción de una nueva característica que no habíamos percibido antes en el reflejo. Escribiendo lo anterior, revisamos una serie de links a trabajos anteriores. Ahí estaban, como testimonios, aunque sus hipervínculos a los sitios oficiales de los organismos de gobierno a los cuales pertenecieron, ya hacía tiempo habían sido suprimidos. De allí lo que sigue:
Es de común reconocimiento entre quienes realizan trabajos en el Gobierno con programas y proyectos, que uno de sus principales problemas, radica en la falta de continuidad y seguimiento que implican los cambios en los equipos humanos de trabajo y principalmente de quienes cumplen roles de dirección. Y los cambios en los equipos de dirección, son corrientes. Se trasladan unos a otras responsabilidades, los cambios de política implican modificaciones en quienes deben implementarlas, hay cambios de administración, dónde antes hubo énfasis de política ahora no lo hay y todo ello, se traduce de manera –más o menos inmediata-, en que la información disponible en los sitios web, se modifica y parte importante, o bien pasa a lugares de difícil acceso, o simplemente desaparece.
El haber hecho recurso al principio de LINC[1] (Laboratorios de Inteligencia Colectiva) noción operativa que acuñamos el 2005, para implementar el simulacro como medio de expresión comunicacional en el Gobierno, nos permitió dar una continuidad “desde lo externo” a los proyectos y programas que entonces nos ocuparon. Aunque orientaciones y gestores de política cambiaron y nuestro trabajo “oficialmente” desapareció, el ciberespacio aún lo acoge… De la suerte, si el principio se aplica con rigor (sin duda ésta reflexión ha sido hecha en los diseños y promoción de las políticas del Cloud Computing y de su hegemónica expresión contemporánea en Open Goverment), solucionaremos el problema de la continuidad de programas y proyectos, favoreciendo la consolidación de políticas sustentables, basadas en la transparencia, en un entorno de colaboración.
Se consolida la democracia, crece la gobernanza. La entropía propia a los sistemas cerrados, encuentra su superación neguentrópica en la emergencia de los ignotos sistemas abiertos que sin saberlo, genera. El gobierno no está en los edificios, sino en las personas. Resulta una bonita solución a un problema no menor. Otro alcance hacia la fundamentación del q-gov…