Desde la Edad Media que en la zona "du Midi", en el Meditarráneo Francés, la legislación ha tomado en cuenta los períodos de Mistral, un viento que viene de Africa y cuyas ráfagas cálidas, se dejan sentir con intensidad durante meses. La observación de las conductas, ha hecho desde entonces que las penas judiciales se bajen, si los delitos son provocados en éste período. La gente, bajo los efectos del Mistral, tiene conductas excesivas, que incluso en condiciones de delito, son anormales. (Le Roi Ladurie, La Bruja de...). Este reconocimiento histórico de los impactos de la "naturaleza" sobre las conductas humanas, cobra relevancia absoluta, frente a las mutaciones que está sufriendo el clima en la actualidad.
La variable climática, siempre ha sido parte fundamental de las consideraciones que determinan nuestra actividad física y mental y así, parte indisociable del pensamiento humano y de los valores de representatividad asociados. Según los modos de vida llevados a cabo por las poblaciones respectivas, esta atención ha sido mayor. Los campesinos, por ejemplo, siempre han tenido conductas rituales, asociadas a esta condición de conciencia e interpenetración. Así por ejemplo, la conducta española, presente tradicionalmente en zonas de todos los países americanos, llamada "abracañuelas".
Desde luego, en otras áreas de la actividad, desde el neolítico en adelante, ésta conducta es también, lógicamente existente, como por ejemplo, en la actividad pesquera. Evidentemente los pescadores deben saber "leer" las características del tiempo, para saber como ello afectará las condiciones de su trabajo. Muy probablemente, éste conocimiento, sea incluso mayor que el nacimiento de la agricultura, y aún en las sociedades nómades, la presencia del tiempo y sus condiciones estuviera mucho más presente que o que nos imaginamos, desde que la hemos perdido.
La sociedad capitalista industrial, nos ha alejado de la naturaleza, haciendo que el divorcio sea hoy brutal. No obstante, es un condición "natural" de la especie. Así nos hayamos acostumbrado a concebirla cmo un ente ajeno y la relación directa se haya -aparentemente- perdido. Por una parte seguimos dentro del pasado que nos ha formado y del cual somos parte. Por la otra, ello prefigura también éste momento particular de nuesta historia, que hemos categorizado como una transformación Copernicana, en el cual, es el mismo ser humano, quien ocupa el verdadero centro de todos los aspectos del universo en que vivimos.