domingo, 8 de septiembre de 2013

Coincidencia, verdad de razón y azar a todos.

Ariadna, Teseo y el Minotauro en Knossos.
      Una carta de domingo y mediodía. (Sunday Noon Letter...)


Hermano: no habrá egoísmo sino generosidad, en que diga que si no te dieres el tiempo de leer esta carta, al menos me habría yo dado el de escribirla, con lo cual, de entrada, sin negar la necesaria búsqueda  de sentido del ejercicio, advierta que las razones puedan divergir en la cadencia. Claro que no se nos escapa, ni a ti ni a mí, que basta enunciar la paradoja, para que se desaten las fuerzas de su oculta razón. Epimenides,  el poeta, filósofo y -probablemente mago- cretense del VII AC., decía: “todo lo que diga un cretense es mentira”, de dónde o bien lo que decía era cierto y entonces mentira, o bien mentía y de la suerte era verdad. Me debo por esta aparente rareza literaria, que me ha bajado del sueño, de relevarte de la obligación de seguirla, pero no menos cierto es que si no te supiera interlocutor avieso, no te escribiría. Que lo cortés no quite pues lo valiente, que la forma permita el fondo y que la luz de la comprensión trascienda.

A guisa de exergo la confesión de fe que por el aire la brisa lleva, el comentario que sigue dará con dos propuestas históricas asidero a la evanescente sustancia alquímica que sin saber como, así nos devanemos el entendimiento en la figura del porque, ha dado más que otra condición, lógica (probablemente más que razón), a la discusión sobre la guerra que a 40 años del florecimiento de una de sus perlas, nos asola. Qué bien es cierto, que no se trata de gobierno de una u otra tendencia administrativa lo que está en juego, sino de Estado. No del día a día del tráfico y la estampilla al compás del reloj, sino del glaciar milenario que ya no regará los campos para nadie, la lluvia que en veinte años no sabrá otra cosa ser, que diluvio sobre la sequía, y el tóxico sin control en nuestro océano de gelatina. Para no decir quien comerá y que cosa. Y si el gobierno es efímero, el Estado es concreto: se trata de la creatividad, el pensar y el amor. ¿Puede haber acaso algo más sólido e imperecedero que el amor?... Se trata de ciencia en la toma de decisiones. Es una tecnología (del griego, Tekne: arte y Logos: discurso), del arte de decir lo que se ha comprendido. De las leyes que facilitan el entendimiento, porque la equidad las orienta y a todos, su implementación sirve. Y claro de la liberación que nos orienta, en el espíritu de todos.

Pero tampoco es la epístola un Manifiesto, aunque llevado por su cauce a dicho puerto llegare.

El 9/11 del año 2000 (y no hay error en la inversión de la fecha), en un mediodía como hoy, observábamos con Paula -mi esposa a la sazón-, New York desde lo alto de la torres gemelas, la vasta isla de Manhattan de un lado y la pobre libertad de la estatua, por el otro. A un año exacto de distancia, nos habría llevado el atentado, aunque nadie pueda saber del destino del alma ni del átomo, ni más que especular pudiéremos sobre el origen del mal.

Sin embargo, la coincidencia es la materia con que se construye el palacio del destino. Y no podría ignorar, que en la fortuna de vivirlo, está mi razón del entendimiento. Porque vea usted, hermano, que si cuatro estrellas parecen juntarse allá arriba para indicar el oriente, dos fechas la misma, bien podrían anunciar en la tierra de los hombres el norte. Al cabo, como dice mi maestro Claude Levi-Strauss: « si on n´atteint pas une verité de fait, on aurait au moins atteint une verité de raison ». Y vea usted como sin ser economista ni político, para quienes esa o la otra especialidad suscriban, habría de resonar el aniversario que tal vez con un poco de voluntad  -que asi como nadie pide humanidad a las matemáticas, no tienen por que ser exactas las ciencias del significado-, indican el comienzo y el fin de la fase mundial desregulada y salvaje del capitalismo mundial. En el Sur se inició por el Norte, lo que en el Norte terminó por el Sur (o por Iraq, Afganistán, o Siria, que el petróleo manda). El mismo día. Negocio imperial.

Cuando por acá estábamos casi en primavera, saliendo del invierno. Cuando allá era casi el otoño, que los sacaba del verano. Como creo en el valor emblemático de nombrar, que las cosas son cuando se saben decir y porque es sorprendente, pese a que la cultura haya devenido un instrumento de la ideología, que la relación no haya sido hecha como ahora, sin ahondar por el momento en el indudable valor del símbolo, propongo incorporar la transmutación cósmica del espacio-tiempo de fechas y lugares en el pensar que es poco pensar, de los hechos que visten lo real.

Sea pues lo primero: los países, como las personas (unos y otros se llevan dentro), son determinados en sus acciones visibles, por circunstancias mayores, casi siempre del orden de lo inconsciente. Hojas los humanos, que el viento lleva de la historia. Aunque el paradigma pudiera no ser razonable, la razón no dejaría por ello de ser siempre paradigmática.

Lo segundo y con lo anterior en continuidad establecido, es que sin tener que recurrir al ejemplo de la coincidencia (o la sincronía), ni a las interminables estadísticas que habrían de probarlo, para decirlo simplemente, aunque sin pretender que excepciones no hubiere, las ideas de las personas, dependen de la realidad en que se encuentren. Y así como la conciencia depende de la inconsciencia (o si preferimos, la biología de la cultura), ni faraón ni esclavo pensaban que el mundo era el mismo, aunque ambos dependieran de las crecidas del Nilo. Ni bueno, ni malo. El capital depende de que haya propietarios y asalariados, no se ve el mismo mundo en Vitacura que en La Pintana. Nos guste o no. Y nos guste o no, la política es la expresión de esa realidad, no el origen, sino el resultado.

Entonces, sin negar que la política actúe sobre la economía y con diversa fuerza en distintos momentos, como más arriba lo hemos señalado, ni sin que se me escape que este mismo escrito apunta al ejercicio dialógico de pertenencia, que en el campo de su superación se sitúa, digo que mientras el modo de producción capitalista siga existiendo, seguirán habiendo las condiciones diferenciales de existencia y de expresión que lo identifican. No se trata de lo que hicieron unos u otros (que de alguna manera todos fueron llevados a hacer), ni del reconocimiento del lugar en que estaban cuando ocurrió, que nada exime del hecho, ni piedra que purifique la roca, ni gota que seque la lluvia, ni hielo que niegue el polo, sino de entender con claridad lo que tiene que ver con la estructura y aquello que es la sombra que de ella se desprende. En buena figura de la luz que no obstante inequívocamente ilumina la caverna, toda nuestra gente es ciega persiguiendo la sombra. Sería buen tiempo de salir al encuentro del día. O al menos, si en demasía nos asustara pensar lo nuevo, dejar de repetir la mentira, que en mas enemigos y nuevas guerras se hace verdad.

Y termino, querido amigo esta ya más que extensa carta, la cual no obstante sintetizo porque si (budismo Zen: chino: Wu Wei, sin ser; Japonés: Mu cho tok´ko: sin propósito, Yi Tzi: de acuerdo a si mismo), el sentido de nuestro sentido, que poco mas somos que una búsqueda o un encuentro, con una solución de metamorfosis del sistema representativo, que no por formular de preclara manera, ni con el rigor de futuro que la historia a la democracia permite, pueda parecer hoy más que chiste, juego o nuevamente paradoja… Etpour si muove, aunque no por decirlo pudiera esta vez Galileo evitar la hoguera.

Vuelvo al Estado en tanto objetivación de la razón (W.G.F.Hegel).

La Constitución (y ninguna podría hoy establecerlo de otra manera, considerando que los avances en ingeniería genética y el desciframiento del genoma humano, indican que cualquiera que fuere nuestra condición, en tanto humanos compartimos más del 99% del pool genético), dice que somos todos iguales. Propongo que la elección de nuestras autoridades (todas, cada una) sea hecha al azar, entre todos los chilenos. Como no se nos escapará, las derivas de política pública, serían del máximo interés. Así se hacía para elegir representantes en Grecia Clásica. Por ejemplo. Hoy es mañana y mañana quien sabe.



No dejemos de reír, tal vez podamos ser felices.