Cada vez más, el espacio mental (el mind set, nuestra visión de mundo, lo que vemos y los procesos que nos llevan a entender), está determinado por una ya inextricable relación entre tecnologías y humanos. Sin darnos plenamente cuenta –tal vez la comprensión aquí no pueda ser sino de la duración de un destello sin reflejo- ya hemos creado una mente tecnológica, con la que pensamos y que nos obliga.
La situación del observador con respecto al objeto observado, ha sido un tema recurrente en los parámetros de constitución de la ciencia y sin duda que recibió un tan nuevo como inesperado impacto, cuando la modificación del campo de observación por la acción de quien la considera, transitó –por así decirlo-, desde las ciencias humanas y sociales al ámbito del rigor de las ciencias físicas, con la irrupción de la teoría quántica.
Puede ser interesante recordar que la actual postura, que evidentemente nos es comprensible y adquiere su acentuado nivel de “presencia”, remite al ambiente tecnológico en que nos encontramos y en que los temas de la utilización de las nuevas Tecnologías, estén impregnando el Mind Set en que nos movemos, al mismo tiempo que derriban los muros disciplinarios y aquellos que la sociedad ha ido construyendo para separar las organizaciones humanas. Así, el gobierno, la academia, la empresa, la familia, la persona, se encuentran impactados por las mismas corrientes y aunque las respuestas sean diferenciales, las tendencias se pueden homologar en algunas líneas directrices que las identifican, como nunca antes. Es así, que las recientes legislaciones, así como las funciones organizativas y de investigación, encargadas a los organismos encargados de su aplicación, tienden a articular sus funciones alrededor de los dos ámbitos de control y seguridad y protección de la privacidad de la información. Esta paradoja es característica de nuestra era y no debe ser soslayada en razón de las dificultades que su justa y definitiva solución parecen demandar.
Nos parece que la oposición entre Newton y Goethe, a propósito de la determinación de las propiedades de los colores, es pertinente y puede ser significativa al respecto. Particularmente por cuanto procede en el ámbito de la “construcción del relato”, que parece ser el orden dialógico privilegiado que nos permita avanzar en la polisémica complejidad que enfrentamos. Brevemente, la situación puede ser resumida de la siguiente manera: Newton, para determinar la naturaleza del color, utilizó el prisma, haciendo pasar la luz a través para descomponerla, estableciendo como corolario que la luz blanca era la sumatoria de los colores. Goethe, tomó el prisma y observó a través, no percibiendo ninguna modificación sustantiva respecto a la luz blanca, hasta que una pluma que volaba, interfirió en su visión, generando los colores. De allí que concluyera que los colores eran una función de la sombra. Y ambas posiciones dan cuenta de la utilización de la misma herramienta (el prisma), utilizado para la misma función (propiedades de la luz), y no obstante la relación del investigador con ella, hizo que se obtuvieren resultados diferentes.
Las perspectivas de control y aprendizaje, las de libertad y sujeción, la de individuo y colectivo, la de ser y no ser, todas, dan cuenta de esta nueva realidad de incertidumbre que en el ámbito del gobierno, bien haríamos en conceptualizar como q-gov para, habiendo identificado su existencia como una dimensión a la vez independiente y dotada de condiciones y dinámicas propias, pudiéramos avanzar de conjunto en las determinaciones de su futuro.
El cambio climático, nos ha servido de paradigma, pero también y ciertamente el desarrollo de la interfase entre computación y neurobiología. Cada momento, como cada cosa y cada persona, son portadores de la historia que los ha producido, así como de la que realizan. Esa referencia externa, del mundo que nos rodea, pero hecha nuestra porque nos afecta en lo más íntimo, tanto como porque de nosotros mismos se ha generado, nos ha hecho transitar prácticamente de una concepción mecánica a una sistémica. De de una visión anclada en relaciones simples de causa a efecto entre emisores y receptores, a una que maneja como necesarios modos de transmisión y generación de conocimientos entre colectivos que colaboran entre si, en redes, tejidos o cúmulos.
Ya hay sistemas de software (robots) que determinan cargos en las empresas, hacen el llamado a concurso, seleccionan y contratan, pagan los salarios, evalúan y despiden. La automatización total solo es cuestión de “segundos”. No sabemos en detalle cómo, pero si sabemos que es un choque cultural que se está produciendo y que ello ocurre en el gobierno.
La irrupción de la websocial, como conocimiento intrínseco a la maquinaria (como las máquinas, que construyen máquinas van sustituyendo la necesidad de los operarios que las construían), han ido desplazando a los constructores de software, poniendo la tecnología de manera directa y no mediada en las manos de las personas. La ley de transparencia, ha venido a crear el espacio de nuevo cuño en que por la coincidencia de especialistas se ha permitido la generación de nuevos modelos de pensar la incertidumbre.
Se ha modificado el escenario cognitivo y de transmisión de conocimientos. (Informes Boyer, USA y Bologna, UE, los de UNESCO ya citados). Dónde tradicionalmente se suponía un profesor, que sabía, emisor de conocimientos y un grupo que no sabía, receptor del mismo, se articula un modelo de generación colectiva de conocimientos dónde todos son emisores y receptores al mismo tiempo. El conocimiento deja de ser “algo que existe”, para transformarse en un proceso “en creación”.
Las estrategias cognitivas de la web 2.0, están plenamente integradas a los procesos de transmisión de conocimientos y al e-learning, dando con ello continuidad a los criterios esbozados en la declaración de Kronberg (2007). Así el marco conceptual actualmente adoptado, en estrategias de e-learning con enfoque 2.0, tiene como eje vincular el proceso de de enseñanza-aprendizaje sobre la base de un continuo de retroalimentación que vincula el aprendizaje a la creación, la interacción, la investigación y el compartir.
Estas estrategias de formación se ven potenciadas cada vez más por la aparición constante de aplicaciones en la Web que permiten que las personas productoras de contenidos y conocimiento compartan sus producciones, de manera sencilla, con los consumidores de información. Estas herramientas –gratuitas, colaborativas y simples- posibilitan la generación de conocimiento y su distribución de manera casi inmediata, han creado un nuevo perfil de usuario de Internet, para el que se ha acuñado el término de “prosumidor”, para designar a quien ya no solo consume información elaborada por otros, sino que participa activamente en la generación de contenido.
Pensando en articular la convicción de que el enfoque 2.0 y la gestión del conocimiento permiten mejorar la gestión de las organizaciones públicas, señalemos los siguientes campos de acción a su interior, en tanto modificaciones de lo que actualmente existe en el gobierno
- la articulación de competencias a partir de la conformación de un equipo de trabajo
- el compromiso de involucrar cada vez más actores en la gestión del conocimiento.
- que mayor número de trabajadores dominen el lenguaje de internet como expresión de un estado mental de búsqueda-encuentro-búsqueda.
- la inclusión de actividades que exploten -lo más posible- los recursos tecnológicos y de conocimiento disponibles en la organización de manera integrada;
- la conformación de los grupos promoviendo entornos sociales para compartir y crear conocimiento;
- la generación de productos útiles para la organización como resultado del proceso de aprendizaje y
- el estimulo al desarrollo y el sostenimiento de redes y comunidades de aprendizaje.